domingo, abril 25, 2010

Leyendas de la mazmorra.

Érase una vez un pequeño duendecillo que compartía mazmorra con tres extrañas criaturas a las que acababa de conocer. Un día, nuestro pequeño duende descubrió que tenía el poder de reclamar para sí habitaciones y pasillos. Saltaba y saltaba sobre el lugar en cuestión y éste se llenaba de mugre y podredumbre como por arte de magia. El duendecillo era feliz, las habitaciones reclamadas eran lugares magníficos para realizar cualquier tipo de actividad, desde comer hasta echarse una siesta. Un día descubrió que sus compañeros de mazmorra estaban descontentos. Se quejaban de las actividades nocturnas del duencecillo, de algunos de sus hábitos y eliminaban la roña de toda la mazmorra cada semana. Sin entender el porqué sus compañeros no disfrutaban de la mugre tanto como él, abandonó la mazmorra. Cada semana, y para que sus antiguos compañeros no olvidasen que estuvo ahí, volvía a saltar en todas y cada una de las habitaciones comunes dejándolas llenas de porquería. Era su venganza sobre aquellos seres que habían convertido su paraíso personal en un lugar desagradable para su peculiar gusto.

3 comentarios:

Inmarteee dijo...

Coño, ahora pienso que debe de haber alguna relación entre el duendecillo éste y la aparición de cada uno de mis compañeros de habitación en la residencia... ¡o sea, que ellos NO ERAN los guarros!

Jessica dijo...

Mmmmsssss... quizás debería decir en casa que no soy yo la desordenada, es un pequeño duende que quiere vengarse de mí por algo hecho en la vida pasada. Quizás se lo crean :P

Espero que todo te vaya genial! Un besito enorme! :)

Sergio Recio Gamo dijo...

¡Ja, ja, ja, ja! ¡La vida real convertida en mito! XDDDDD