Es un ser superior con forma de matraz de Erlenmeyer. Era simpático y amistoso hasta el día que se indignó por completo tras sufrir varios intentos de destrucción por parte de mi compañero de clase.



Llegado a este punto puso en práctica su poder oculto: dar vida a otros matraces y preparar un ataque a escala mundial. Cada matraz de Erlenmeyer tocado por él cobraba vida y adquiría la facultad de arrojar ácido muy concentrado.
A partir de ahora, temblad cuando veáis un gran número de matraces de Erlenmeyer juntos...